Cristian Grecca surca los aires al ritmo de maniobras arriesgadas. Alcanzó el sueño de tener su propio avión acrobático. Trabaja para especializarse en la actividad.
Cristian Grecca nació hace 39 años en Paraná, en una familia tradicional de clase media, y ligada desde siempre a la actividad aeronaútica.
Pero su pasión por la actividad aeronaútica recién se despertó cuando terminó la escuela secundaria, tras dejar atrás esa etapa de su vida y luego volcarse de lleno a experimentar entre hélices y trenes de aterrizaje.
“Primero comencé en la Escuela de Aviación donde realicé mi primera experiencia; hice primer año y después me incliné por la parte civil. Comencé a trabajar con mi padre y me acuerdo que el primer sueldo que tuve trabajando como hijo lo dediqué a empezar el curso de vuelo. Empecé a juntar horas, me hice piloto comercial, después me recibí como instructor de vuelo y actualmente soy instructor del Aeroclub de Paraná. Posteriormente me interesó la acrobacia y comencé a entrenar con uno de los mejores pilotos que tuvo la Argentina: Julio Benvenutto, fallecido hace algunos años”, cuenta este paranaense que además ocupa sus horas en la empresa familiar.
A paso lento, pero convencido de sus principios, el joven aviador se trazó nuevos objetivos con la intención de progresar en una actividad poco difundida pero que gana cada vez mayor cantidad de adeptos.
Al margen de sus preferencias en el campo de la aviación, no alcanzaba con aprender nuevas técnicas y llevarlas a la práctica en el aire. Su máximo anhelo significaba más que un simple deseo, acaso nunca se imaginó que iba a ser propietario de una máquina única en su tipo. Hasta que ese gran día llegó en la vida de Cristian Grecca. “Uno cree que parece prácticamente inalcanzable y se te empiezan a cerrar todas las puertas: pero de un día para otro me salió la oportunidad de comprarme este avión y lo adquirí a un gran amigo mío que también se dedica al vuelo acrobático: Gustavo Passano”, acotó en la continuidad de su relato.
Pasaron diez años para que pudiera cumplir ese sueño tan postergado y hoy a la distancia mira el Zlin 50 L, de origen checo, con un dejo de incredulidad.
Del vuelo comercial a las acrobacias en el aire
Consultado por las diferencias técnicas de manejo entre el vuelo comercial y el acrobático, Cristian manifestó que “difieren en el tipo de entrenamiento, debido a que el piloto comercial centra su entrenamiento en la navegación radioeléctrica, o sea volar un avión mediante instrumentos de vuelo. La acrobacia aérea es algo distinto donde el piloto apela a su habilidad porque no cuenta para volar con ningún tipo de instrumental: como decimos nosotros, se vuela con el traste, se necesita mucho entrenamiento y se requiere desarrollar las maniobras con mucha práctica”.
En cuanto a la cantidad de horas de entrenamiento que lleva incorporadas reconoció estar dando sus primeros pasos: "Tengo un entrenamiento básico excelente con Julio Benvenutto, pero me falta desarrollar todo lo demás. En comparación con los autos es como pasarse de un auto de calle a una Ferrari para manejarla a 350 kilómetros por hora. Esto es más o menos lo mismo”.
Acerca de los riesgos que conlleva la actividad explicó: “Nunca ningún piloto acrobático sale a cumplir una exhibición sin antes haber planificado cada una de las maniobras. Cada una de las maniobras está pensada y está desarrollada para que salga de esa forma y el piloto en cada situación sabe perfectamente que parte de la maniobra se está desarrollando. No se trata de pegar un palancazo o pegar un pedalazo a ver qué sale, no es así y todo eso lleva a tener un control del display acrobático del show. La acrobacia es totalmente segura y lo que la convierte en insegura es la falta de recaudos de parte del piloto”.
“Esta actividad no genera adrenalina, salvo que sea como primera vez o un bautismo acrobático. Pero cuando uno sale a volar acrobacia no siente esa inyección de adrenalina; lo que muchas veces tienta al piloto es la sensación de libertad y estar moviéndose en el aire sin tener ningún tipo de límites”, describió el aviador sobre el estímulo que recibe el cuerpo al surcar el aire.
Datos
►El primer vuelo a bordo de su flamante máquina se realizó este viernes, cubriendo el trayecto entre General Rodríguez y Paraná en 1 hora y 20 minutos. El avión alcanzó una velocidad de 170 kilómetros por hora.
►La travesía no arrancó de la mejor forma porque se cortó un freno cuando estaba a punto de despegar.
►Cristian Grecca aprendió los secretos del vuelo acrobático de la mano de Julio Benvenuto, campeón argentino de acrobacia, quien falleciera en un trágico accidente durante una exhibición aérea que se estaba desarrollando en el aeródromo de General Rodríguez, en Buenos Aires.
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